Entorno

En los apacibles lomajes entre el Océano Pacifico y la Cordillera de los Andes, el tiempo parece no haber transcurrido. Este es un lugar donde el viejo mundo no ha sido olvidado, donde el encanto del campo controla el día, y donde todos disfrutan la buena vida porque es lo único que aquí se conoce y se hace. Los relajados días, son utilizados en recorrer las viñas o los suaves lomajes en bicicleta o tal vez una excitante cabalgata a la playa, le ayudaran a pasar las horas hasta una puesta de sol tan hermosa que le hará doler el corazón. Exquisitos platos de comidas preparadas con productos frescos de nuestros huertos dan lugar a intimas reuniones vespertinas, a menudo bajo el cielo estrellado interminable. Aquí, las personas son felices y el tiempo transcurre lento, porque como es por todos sabido, no se puede acelerar la perfección.

Historia del Valle de Casablanca.

Casablanca se encuentra situada en una posición estratégica al interior de la V Región de Valparaíso, puesto que se encuentra equidistante de los dos más importantes puertos del país, Valparaíso y San Antonio, y a menos de una hora de Santiago.
Las vías de comunicación para conectarse con estos lugares son óptimas. La distancia intermedia entre el puerto de Valparaíso y la capital, Santiago, le dio sentido y explica el origen de la fundación de esta ciudad.
Antes de la llegada de los primeros españoles, el Valle estuvo habitado por diferentes pueblos por más de 6.000 años, incluyendo, por cierto, durante los siglos XV y XVI, la presencia de avanzadas del Imperio Incaico que buscaban oro en estas latitudes. La "Historia General del Reino de Chile”, nos relata que en Casablanca, el tramo del Camino del Inca que cruza el estero en Las Dichas, se ha conservado con el nombre de Camino de los Polleros, derivándose éste de la pulla, o capetín, que usaban los soldados incaicos y que se encuentra representado en el dibujo de Huamán Poma de Ayala (1) en que se presentan soldados incaicos frente a guerreros araucanos.
En esta parte, en que se hacían los transportes de los abastecimientos a la frontera, el camino se ensanchaba, y los españoles lo pudieron usar como "Camino de las Carretas" entre la capital y Valparaíso. Pasaba a unos 10 km. aguas abajo del actual pueblo de Casablanca, y sólo más tarde fue trasladado a su trazado actual.
El trazado del Camino de los Polleros por Las Dichas no obedecía únicamente al propósito de hacerlo pasar por los lavaderos de oro allí existentes, sino también al de tener cómodo acceso a las termas ahora conocidas con el nombre de “El Porvenir”, situadas un poco más abajo, en el mismo valle, pues es sabido que los incas tenían por ellas la misma afición que los romanos.
Guamán Poma de Ayala: Combate entre "el octavo capitán Apo Camac Inca" e indios araucanos.
Los soldados incásicos, entre los cuales figura en primer término el capitán indicado, llevan como uniforme la pulla, lo que les valió el nombre de "polleros". En Casablanca se conservó para el Camino del Inca el nombre de Camino de los Polleros.

En el siglo XVI, en el período de descubrimiento y colonización de Chile, Diego de Almagro había avistado el Valle y posteriormente Pedro de Valdivia penetró en él y concedió las primeras mercedes de tierras, las que rápidamente fueron creciendo, dado el descubrimiento de oro y plata.
La merced de tierras más grande se dio a don Alonso de Córdova, en 1577. Abarcaba desde Tapihue hasta el Portezuelo de Ibacache. Alonso de Córdova se asoció con su amigo don Antonio Zapata y dieron inicio al comercio de cueros y sebos con el Perú, a través de Valparaíso.

Asentada ya la Conquista en estas tierras y luego de un período de anexiones y subdivisiones de las haciendas de los siglos XVI y XVII, el Gobernador Domingo Ortiz de Rozas funda Santa Bárbara de la Reina de Casablanca (1753), en homenaje a doña Bárbara de Braganza, esposa del Rey de España Fernando VI y haciendo alusión también a los adobes blanqueados de una casa levantada al poniente de la ciudad…"una casa de muros blanquecidos de tierras que fueron de Gonzalo Toledo…sobre la loma que sale de la punta que remata en el estero junto al camino real de carretas.

Con el constante traslado de indígenas, los trabajos en los lavaderos de oro y el desarrollo de las haciendas ganaderas y trigueras, Casablanca fue adquiriendo su fisonomía rural en torno al Camino Real que unía Santiago y Valparaíso.

A mediados del siglo XIX, Valparaíso era el primer puerto del Pacífico y el Camino Colonial que unía el puerto con Santiago, a través de Casablanca, se convertía en un paso clave para el movimiento comercial del país, consolidando, de paso, su economía.

Siguiendo con los viajes entre Santiago y Valparaíso, en algún momento se decidió hacer la cuesta Lo Prado, que contaba con 90 vueltas y un túnel de 2 kilómetros, para traspasar el camino colonial de acercamiento a Valparaíso, obra creada por Ambrosio O'Higgins, cuyo arquitecto fue en un principio Pedro Rico y luego Joaquín Toesca.
Su financiamiento se produjo a través de impuestos a la carga en tránsito. Un relato al respecto lo brinda Enrique Bunster. Se titula "A Valparaíso en Diligencia". Ya tenemos un cambio de las carreteras de las carretas a la construcción de caminos de gran calidad. El escritor parte por señalar que Curacaví y Casablanca, le deben lo que son al Camino Real de las Cuestas. Esta última por espacio de 70 años fue el clásico sitio de descanso en un trayecto que forzosamente se dividía en etapas para merendar, descansar y mudar caballerizas.

Había posadas, ventas y pequeños hoteles. Famoso fue el hotelito de un inglés en la época de la Independencia, que tenía un letrero que decía "Buenas camas para un caballero y su caballo".

Después, Bunster nos recuerda que el camino era apenas una franja de suelo emparejado, con una polvareda constante en tiempo seco y pegajoso en días de lluvia.

Las diligencias eran de dos corridas de asientos y eran manejadas por una persona desde la montura de uno de los animales que llevaba la carreta. En tiempos de Portales, la tarifa era de 5 pesos por persona. Los nervios eran puestos a prueba en la Cuesta de Lo Prado, llamada el Simplón de América, lugar donde más de un coche o carreta se había desbarrancado.

En los tiempos de Bulnes, existió una nueva empresa que realizaba el trayecto en el día, ganando tiempo pero no comodidad. El carruaje de cuatro asientos salía de Valparaíso a las seis de la mañana, parando una hora en Casablanca y 30 minutos en Curacaví, para llegar a la capital al caer la noche. Eran 14 horas dando tumbos y tragando tierra, pero éste era el Expreso de la época y hombres de negocios y autoridades lo utilizaban.

Casablanca hoy.

La comuna de Casablanca, de 23.000 habitantes, está organizada administrativamente en torno a 13 distritos 27 localidades rurales: Quintay, Tunquén, Las Tablas, El Batro, Melosillas, Quepilcho, Paso Hondo, Lo Orozco, La Playa, Pitama, Las Dichas, Estero Las Dichas, Lo Vásquez, La Rotunda, Lo Ovalle, El Carpintero, La Viñilla, Tapihue, Callejón Lo Barrera, Mundo Nuevo, Lagunillas, La Palmilla, Maitenes, Poza Oscura, Orrego Arriba, Orrego Abajo y San Jerónimo.

Casablanca se ha convertido en uno de los Valles más importantes de Chile y reconocido por expertos, a nivel mundial, por el fuerte desarrollo vitivinícola de los últimos 20 años el que ha permitido producir, entre otros, notables Chardonnay y Sauvignon Blanc. Tierra y clima privilegiados, de la mano de la excelencia profesional y técnica.

Otros cultivos evidencian la diversidad del trabajo agrícola, el que es fácilmente observable adentrándose en localidades como Lagunillas, Las Dichas, Melosillas y San Jerónimo, entre otras.

Lo Vasquez.

Santuario Mariano ubicado en la Ruta 68, donde cada 8 de diciembre, concurren al lugar millares de peregrinos. En 1908 se colocó la primera piedra de la actual iglesia, en la que se venera a la Purísima, su construcción terminó en 1940. Además, cuenta con el Seminario Pontificio Mayor San Rafael. Se puede afirmar que Lo Vásquez es hoy la festividad Mariana más concurrida de Chile.

Su Historia

En una de las hijuelas de los hermanos Vásquez vivía doña Magdalena Vásquez, viuda de Leiva. Colindante a ésta vivía don José Ulloa, quien administraba el antiguo fundo "La Rotunda" de Casablanca. Cuando don José enviaba desde el fundo las carretas cargadas con productos a Valparaíso, hacia descansar su gente en la primera etapa de su viaje en un galpón habilitado como posada en su casa del valle de Lo Vázquez.

En dicha posada don José mandó colocar una imagen de la santísima virgen, hecha de madera. El origen de esta imagen es incierto; se dice que la trajeron unos afuerinos del sector Lo Orozco, quienes la habían encontrado en una excavación del jardín en la casa patronal. Lo cierto es que los arrieros, carreteros y pocos pasajeros comenzaron a rezarle a la "Patrona del Cielo" por la feliz realización de sus viajes, de sus negocios, la mejoría de enfermedades o la solución de problemas.
Con el transcurso del tiempo las manifestaciones de aprecio aumentaron en oraciones, flores y donaciones a la "Virgencita de Lo Vásquez", y es así como don José le construyó una ermita en el jardín de su casa y luego habilitó un galpón como capilla. En el archivo parroquial del año 1849 figuran los primeros bautizos hechos por el párroco don José Manuel León en la Capilla de Lo Vásquez.

Villa las Dichas.

Localidad ubicada hacia el sector oriental de la ciudad de Casablanca. Pueblo con características campesinas netas. Cuenta con un antiguo pasado aurífero que se remonta al período incásico junto al cual se ubican las termas del fundo "El Porvenir" que embotella las conocidas aguas minerales.
La Capilla del Fundo San Jerónimo.

En la Ruta F-830, conexión a la Ruta F-930 se ubica el fundo San Jerónimo. La construcción de la capilla se realizó en el siglo XVIII por don Toribio Larraín Gandarillas quien realizó una manda por la recuperación de la salud de su esposa; el deseo fue cumplido y don Toribio Larraín comenzó a construirla completamente de madera y con sus propias manos. Todo lo que se encuentra en ella esta hecho por don Toribio, desde crucifijos tallados hasta el confesionario, los bancos y el atril.

Melosilla.

Lugar de hermosa vegetación, con rasgos de bosque húmedo, lo cual puede ser potencialmente aprovechado como un recorrido de carácter científico, pues ésta es la única zona de la comuna en que se da este tipo de vegetación, como por ejemplo las plantas de rosa mosqueta, que es típica de la zona sur del país. Además, por sus características de pueblo campesino, se realizan cultivos de hortalizas y actividades apícolas. Estos productos, hortalizas, miel, rosa mosqueta y plantas medicinales, son comercializados en la actualidad en algunas de las casas de esta localidad.

Quintay.

Más que una caleta de pescadores, la localidad de Quintay es un lugar casi mágico, muy tranquilo; donde se conjuga un paisaje bellísimo, aguas libres de contaminación y una riqueza de productos del mar que convierten su gastronomía en un placer para el paladar de los visitantes. (Para acceder a esta localidad se debe doblar en el kilómetro 100 de la ruta 68, y siguiendo hacia Quintay son 25 kilómetros).

Planta Ballenera.

La Planta Ballenera se instaló en Quintay en 1940 y terminó su producción en 1967. En los mejores tiempos, se llegaron a faenar hasta 30 ballenas diarias.

A pesar de esta fructífera producción, la buena época no se reflejó en un crecimiento y desarrollo para la localidad, pues la población de Quintay no fue parte de la mano de obra de la faenadora. Luego de su término en 1969, se vende la maquinaria y queda abandonada, convirtiéndose en un desgastado testimonio del período industrial de esta caleta.

Actualmente, las instalaciones de la ballenera están siendo utilizadas por el Centro de Investigación de la Universidad Andrés Bello y como un museo al aire libre. El Pueblo de Quintay es una pintoresca caleta de pescadores (única actividad económica), conformada por unos 650 habitantes. Su belleza paisajística, sus aguas libres de contaminación, su tranquilidad y su riqueza en productos del mar (pescados y especies bentónicas) lo transforman en un lugar privilegiado. Playa de Quintay. La playa de Quintay es el mayor atractivo turístico de la localidad por sus arenas blancas y sus aguas libres de contaminación. A pesar de que sólo en el último tiempo ha mejorado la calidad de las vías de acceso, el alto flujo de turistas siempre ha sido importante, triplicándose o cuadruplicándose la población de la localidad durante la época estival.